Muchas veces los seres humanos queremos construir. Construir nos permite ver la obra terminada. Nos da más seguridad y podemos ser "dueños" de algo. Ese mismo algo puede atraparnos.
Otra opción es plantar. En este caso, cada temporada es una nueva aventura. Y si de cultivar personas se trata, nunca conoceremos los frutos que ayudamos a cosechar. Cada combinación de suelo y semilla es maravillosamente única. Cada uno recibe el sol y la lluvia a su manera.
Fuimos educados en el concepto de quién más dirige más poder tiene. Cómo nos cuesta entender que algo puede crecer en libertad. Cómo nos cuesta diseñar sin jerarquías.
Pablo Coelho me ayuda a explicarlo en este hermoso párrafo que recibí hoy de Graciela Gloria Gomez, una líder social cordobesa que me honra con su amistad:
Otra opción es plantar. En este caso, cada temporada es una nueva aventura. Y si de cultivar personas se trata, nunca conoceremos los frutos que ayudamos a cosechar. Cada combinación de suelo y semilla es maravillosamente única. Cada uno recibe el sol y la lluvia a su manera.
Fuimos educados en el concepto de quién más dirige más poder tiene. Cómo nos cuesta entender que algo puede crecer en libertad. Cómo nos cuesta diseñar sin jerarquías.
Pablo Coelho me ayuda a explicarlo en este hermoso párrafo que recibí hoy de Graciela Gloria Gomez, una líder social cordobesa que me honra con su amistad:
Cada persona, en su existencia, puede tener dos actitudes: Construir o plantar. Los constructores pueden demorar años en sus tareas, pero un día terminan aquello que estaban haciendo. Entonces se detienen, y quedan limitados por sus propias paredes. La vida pierde el sentido cuando la construcción se acaba.
Pero existen los que plantan. Estos a veces sufren con las tempestades, las estaciones, y raramente descansan. Pero al contrario que un edificio, el jardín jamás deja de crecer. Y, al mismo tiempo que exige la atención del jardinero, también permite que, para él, la vida sea una gran aventura. Los jardineros se reconocerán entre sí, porque saben que en la historia de cada planta está el crecimiento de toda la Tierra.
Pero existen los que plantan. Estos a veces sufren con las tempestades, las estaciones, y raramente descansan. Pero al contrario que un edificio, el jardín jamás deja de crecer. Y, al mismo tiempo que exige la atención del jardinero, también permite que, para él, la vida sea una gran aventura. Los jardineros se reconocerán entre sí, porque saben que en la historia de cada planta está el crecimiento de toda la Tierra.
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